Relatos escritos por Esther Sanz Agradecería vuestra opinión aunque sea negativa

lunes, 21 de junio de 2010

Sebastián y el árbol mágico

Cuentan los viejos de la aldea que, al otro lado de las montañas, existía un árbol del dinero. Si lo agitabas una vez, daba monedas de bronce, si lo hacías dos veces, de plata, si tres, de oro…

Un día Sebastián se acercó al árbol y la sacudió una vez apareciendo ante sus ojos unas monedas de bronce.
-¡Vaya! Con esto voy a comprar una azada para labrar el campo.-dijo Sebastián.
Al día siguiente volvió a agitarlo, pero en esta ocasión dos veces, y le aparecieron unas monedas de plata.
-¡Qué bien! Con esto voy a comprar unas semillas para plantar en el campo.- dijo Sebastián.
Al día siguiente volvió para sacudirla, pero en esta ocasión tres veces, y le aparecieron unas monedas de oro.
-¡Estupendo! Con esto voy a comprar un tractor para trabajar el campo.-dijo Sebastián.
Sebastián estaba contento, pero sintió la necesidad de más. Allí se encontró a un hombre que se hacía llamar Augusto, estaba apoyado al árbol como si estuviese custodiándolo.
-Buenos días, buen señor.- dijo Sebastián.
-Buenos días, ¿qué has venido a hacer aquí, chico?- dijo Augusto.
-He venido a por más monedas de oro.- dijo Sebastián.
-Que sepas que no siempre se consigue lo que uno quiere, ¿no tienes suficiente con lo que tienes en estos momentos? –dijo Augusto.
-Bueno, nunca viene mal un poco más.-dijo Sebastián.
-Pues adelante, no voy a ser yo quien te quite esa ilusión, pero luego no digas que no te he advertido. –dijo Augusto.
Sebastián se acercó al árbol y la sacudió tres veces, pero en esta ocasión no apareció nada, volvió a probar, pero sin ningún resultado.
Miró a su alrededor, pero el hombre llamado Augusto había desaparecido. Desilusionado, volvió a casa para empezar con su tarea en el campo, pero se encontró con que habían desaparecido la azada, las semillas y el tractor.


MORALEJA: La avaricia rompe el saco.

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