Relatos escritos por Esther Sanz Agradecería vuestra opinión aunque sea negativa

martes, 21 de agosto de 2012

Nostalgia

El fresco olor de una noche cargada de magia hace que eleve mi mirada nostálgica hacia un cielo estrellado. Mis pensamientos viajan a un lugar lleno de flores multicolores, aves cantando melodías tranquilizadoras, gentes amables apostados al pie de sus casas. Niños correteando por las calles de un pueblo tranquilo y entrañable…


No consigo olvidar esas comidas copiosas pero a su vez deliciosas. La lectura diaria bajo un árbol frondoso conseguía adormilarme tras varias horas de sumergirme en un universo de personajes aventureros, con lugares enigmáticos e historias imposibles.

No consigo olvidar la compañía diaria de unas caricias amables, unos besos urgentes que encendían algo en nuestro interior. Una llama ardiente que solo se apagaba al finalizar la noche…

No consigo olvidar esa despedida cargada de sentimientos, pero que ninguno pudo expresarlos por algún tipo de miedo irracional.

No consigo olvidar esa lágrima expresada a destiempo, mientras el avión sobrevolaba un cielo surcado de nubes blancas…

No consigo olvidar la imagen de ese pueblo empequeñecido a causa de la gran altura que había alcanzado el avión que me llevaría a una vida monótona, a una rutina diaria…

No consigo olvidar que “sí” se pueden vivir momentos inolvidables…

lunes, 13 de agosto de 2012

Encuentro inesperado

Sonia, agazapada en el sofá, escucha atentamente una voz que por años, y todavía ahora, la cautivaba. Permanecía quieta, aguzando el oído. Sus sentidos, incluso los más ocultos, solo se despertaban en esos momentos que aprovechaba para relajarse. Necesidad, era lo que su cuerpo demandaba…necesidad de conocer, de poner rostro a ese hombre, ese locutor de radio que inspiraba en ella noches de locura. Sensaciones hasta entonces agazapadas en el interior de su exuberante cuerpo.


De repente, sonó el teléfono inesperadamente. Asió el auricular e intentó desperezarse…al escuchar la voz al otro lado, su corazón le dio un vuelco. No podía ser. Eran de la radio. Habían seleccionado un número de teléfono al azar y al parecer ella era la ganadora. Una sonrisa se dibujó en su rostro, pasando de la melancolía a la alegría absoluta. Por fin podría ponerle cara. Imaginó mil formas para acercarse a él. Todavía temblaba emocionada. No podía estar ocurriendo…

Esperó excitada a que el claxon del taxi le avisara de su llegada. Asió el bolso y salió disparada. El taxista, al verla, silbó alabando semejante monumento. Se había enfundado en uno de sus más atrevidos vestidos. Corto y veraniego, dejaba entrever gran parte de su anatomía menos las más explícitas… Al llegar al destino, se apeó nerviosa y se adentró en los estudios de radio. Allí se encontró, tomando un café a una pareja charlando amenamente. El chico rondaría los 40 años y ella no tendría más de 50. El hombre estaba cumpliendo sus expectativas. Era guapete, morenazo con ojos verdes, su cuerpo fibroso enfundaba una camiseta ajustada y bermudas con motitas floreadas que le daban un aire algo más juvenil. Se acercó a ellos y les saludó con su mejor sonrisa…

-Hola, soy Sonia…me habéis llamado hace un par de horas. La ganadora del concurso ese… La verdad, es que no sé seguro qué he ganado…

-Pues has ganado una cena con tu locutor preferido.

Sonia cambió su cara, a la más pura extrañeza. Quién había contestado había sido ella, y su voz era exactamente igual que la que escuchaba en casa imaginándose noches de pasión, idilios con finales húmedos, besos hipnóticos…Qué raro le resultaba todo ahora. Llevaba años enamorada de una voz, y nunca se imaginó que podía ser de una mujer…Pensó que la realidad nunca podría superar la ficción…lo acababa de comprobar…La decepción se dibujó en su rostro…

sábado, 4 de agosto de 2012

Rebelión


La sala de actos, rojo metálico, albergaba una centena de representantes del planeta Airon. Los esclavos recorrían la sala entreteniendo a sus amos. Un consejero sujetó firmemente la cintura de una de ellos. Unos ojos aparentemente vacíos, observaron al amo fijamente. Los esclavos biotecnológicos eran baratos pero un tanto impredecibles. Los biorobots no eran aún perfectos.

El sirviente 2507 se zafó y caminó con pasos mecánicos hasta su cubículo de reposo en una pared de la sala. Sus ojos se clavaron en el resto de cubículos en el que descansaban los otros seres sin voluntad. La señal de apagado intentó penetrar su cerebro pero en esta ocasión no lo consiguió. 2507 tomó plena consciencia de sí mismo. Desorientado, abandonó su cubículo y miró fijamente lo que acontecía en aquella estancia. Su mente rememoró en pocos segundos, vivencias, hasta entonces olvidadas…Los humanos no eran dueños de sí mismos…Hacía una década, el planeta Airon y toda su humanidad, fueron sometidos…Una raza de autómatas, creados por ellos mismos, se rebelaron y tomaron el control. Los humanos fueron finalmente eliminados y su raza extinguida. Siglos más tarde, instalados en el tedio, las máquinas decidieron recrear genéticamente de nuevo a los humanos para usarlos como esclavos.

2507, recordó su verdadero nombre, Sara. Al instante, se dirigió al panel de control de los cubículos e introdujo una serie de códigos. El resultado fue satisfactorio. Los cubículos emitieron una serie de ruidos sordos. Sus portezuelas se elevaron al unísono y tras ellas asomaron con gestos desorientados, los cuerpos, ya liberados, de quienes en un tiempo no muy remoto fueron dueños de sí mismos… Había llegado el momento. Los antiguos habitantes de Airon no estaban dispuestos a que sus cerebros volvieran a ser manipulados… Ellos fueron sus creadores y se encargarían de hacerlos desaparecer…