Relatos escritos por Esther Sanz Agradecería vuestra opinión aunque sea negativa

jueves, 1 de julio de 2010

Dimensiones alteradas (1ª PARTE)

El interior del desván estaba repleto de cosas inservibles, no se podía dar un solo paso sin tropezar con un bastón, una pelota de béisbol, una camiseta deshilachada… Rodrigo, un chico alto, jovial y con porte distinguido, siempre se ponía nervioso cuando le mandaba su madre en busca de cualquier artilugio. Era un maniático del orden y su madre no hubiese ganado jamás un premio por ser la mujer más ordenada del mundo, ni siquiera de su pueblo. Estaba harto de sus extravagancias. Se podría decir que Marta era una mujer descuidada pero a su vez irradiaba tanta feminidad que los hombres se lo permitían absolutamente todo. Su cabello corto, rubio y despuntado le confería un aire sofisticado. Sus labios gruesos derrochaban sensualidad allá donde iba. Al mirarla a los ojos la sensación hipnótica era muy profunda, y no era de extrañar, porque eran tan azules como un cielo de verano totalmente despejado. Se pasaba la mayor parte del tiempo cuidando cada centímetro de su cuerpo y esto a Rodrigo le desquiciaba un poquito. En esos momentos, se encontraba echada en el sofá con la cara embadurnada de algún tipo de potingue y las manos al aire esperando a secarse la laca de uñas. Su deseo de que llegase el fin de semana era de tal profundidad que ya no le quedaban uñas que morder, la tensión se palpaba en el aire. Su padre prometió llevarle de vacaciones a un lugar exótico y tranquilo y no podía esperar más a que llegase el momento, los nervios le iban a comer las entrañas. Sus pensamientos estaban cada momento del día ocupados con playas de aguas cristalinas y cálidas, arenas blancas y limpias, tumbonas relajantes…Estaba tan ensimismado que tropezó con algún objeto rígido y cayó al suelo. Al intentar levantarse algo le rozó el brazo, el grito de susto se le quedó atascado en la garganta al observar lo que se encontraba delante de sus propios ojos. Se restregó los ojos varias veces sin dar crédito a lo que veía. Tenía las mismas particularidades que un hombre. El pelo largo y castaño le caía por la espalda, por debajo de los hombros. Le cubría parcialmente la frente alta, la cual, estaba cubierta de pequeñas arrugas que le conferían, seguramente, una edad que no le correspondía. Rodrigo le echo su misma edad, dieciocho años, pero estaba convencido de que era mucho menor. Sus ojos rasgados y claros observaban a Rodrigo como un animal hambriento. De su boca fina sobresalía una dentadura perfecta pero algo amarillenta. Su cuerpo esbelto pero ligeramente musculado estaba cubierto por un bello plateado, podría decirse canoso, que confundió mucho a Rodrigo. Nunca se había topado con un ser de esas características. Le dieron ganas de llamar a gritos a su madre, pero enseguida recapacitó, dándose cuenta de que no serviría de nada el intento. ¿Cómo podría ayudarle su madre? ¿Golpeándole en la cabeza con una de sus pestañas postizas? ¿Mordiéndole el trasero con su dentadura de porcelana? De repente, se vio a sí mismo sonriendo ante la posibilidad de que su madre se encontrase en esa situación. Era un tanto surrealista pensar que pudiese reaccionar de alguna manera ante un ser tan extraño. Enseguida desechó a su madre de sus pensamientos para centrarse en lo que en esos momentos le preocupaba, buscar alguna forma de salir del desván sin que el ser peludo le hiciese daño. Por otra parte, este ser, se levantó cuidadosamente e hizo un gesto a Rodrigo, con su mano de dedos largos y esbeltos, para que se acercase a él, y en ese momento pudo comprobar que el extraño no medía mas de un metro, por lo que le restaba imponencia. Se relajó un poco pero no bajó la guardia por si acaso. Fue aproximándose poco a poco con cierta dificultad, por la inflamación del tobillo causada por la caída, y cuando ya se encontraban muy cerca el uno del otro, se miraron a los ojos con una mezcla de miedo, desafío y respeto.
-¿Qué eres?-preguntó Ricardo llevándose las manos a la nariz, al percatarse de un ligero olor un tanto desagradable-. La criatura ladeó la cabeza dándole a entender que no comprendía nada.


CONTINUARÁ…

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