Relatos escritos por Esther Sanz Agradecería vuestra opinión aunque sea negativa

domingo, 4 de julio de 2010

Dimensiones alteradas (2ªPARTE)


De repente, sin saber como, apareció de entre sus manos un objeto ovalado del que desprendía varias luces de diferentes colores. Rodrigo se quedó petrificado al observar lo que apareció ante sus ojos. El ser, al pulsar un mecanismo del objeto activó, lo que se podría considerar, una abertura en mitad de la habitación del desván. Su dimensión cambiaba constantemente. Sus colores variaban entre un rojo fuego y amarillo. Se podría confundir con un volcán en proceso de erupción, si la boca no se hubiese encontrado de frente. De pronto, comenzó a emerger de la abertura un ser que se podía considerar de la misma especie que el que se encontraba primeramente en el desván. De la misma estatura, el mismo bello plateado, el cabello largo y enmarañado, sin duda, procedían de la misma especie, y por lo que Rodrigo pudo apreciar, del mismo mundo. La criatura cogió a Rodrigo de la mano, y aunque este opuso resistencia, le empujó al interior de la abertura sin añadir mucho esfuerzo.
Anonadado, no era la palabra adecuada para definir lo que Rodrigo estaba contemplado. Estaba claro que se encontraba en otro mundo ajeno al suyo, pero ¿qué clase de mundo? La hierba corta y espesa de un color azul celeste invitaba a un descanso prolongado. Las flores, con un sinfín de colores, abarcaban todo su ángulo de visión. Las casas, ubicadas cada una a dos metros aproximadamente de la otra, eran como huevos gigantes. Carecían de ventanas pero, disponían de una especie de tragaluz. Las vistas desde el interior de una de las casas debían de ser impresionantes. En esos momentos pudo apreciar donde se ubicaba la entrada. Era una puerta corredera que se habría y cerraba al contacto de la mano sobre la casa. Mientras se mantenía cerrada, era imposible saber donde se encontraba dicha puerta.
Los habitantes de ese mundo multicolor, pequeños, redondos, peludos y con ojos saltones, pasaban desapercibidos. Si no llega a ser por los saltitos que realizaban, no se hubiese percatado de que se encontraban allí.
Pensó que eran totalmente inofensivos, hasta que de pronto, notó un pequeño mordisco en el tobillo. Rodrigo se sobresaltó, e instintivamente, le dio una patada tan fuerte a lo que fuera que le había atacado que acabó resbalando y cayendo al suelo. Por lo menos, era un suelo mullido y no notó mucho el golpe. De repente, el ambiente cambió, todos los ojos se dirigieron hacia él. Esto a Rodrigo no le daba muy buena espina. Pensó en escapar, pero era imposible teniendo en cuenta que no sabía donde se encontraba.
-¿Se puede saber que hacemos aquí?-dijo Rodrigo dirigiéndose a la criatura peluda. Ya se empezaba a hartar de toda aquella situación. Como respuesta, la criatura le asió del brazo y le volvió a empujar hacia el interior de la abertura.
En esa ocasión, aparecieron en un lugar más lúgubre. El ambiente un tanto oscuro, invitaba a echar corriendo sin pensar en las consecuencias. Era un paraje desolador, una ciudad en ruinas. Las casas derruidas tenían la misma estructura que las que había visto en el lugar que acababan de abandonar pero de mayor tamaño.
Los vehículos, con forma exagonal y con una hélice en lo alto del artefacto, sobrevolaban la ciudad mientras que Rodrigo los observaba con estupefacción. Por un instante, mientras se frotaba la zona en la que le había mordido el bicho redondo y peludo, pensó que merecía la pena estar allí, solo por ver semejantes artilugios. Se acercó a una de las casas, por curiosidad, pero se arrepintió en el mismo instante. En el interior se encontraban congregadas unas quince criaturas, casualmente de la misma especie que la criatura que le había llevado hasta aquel lugar. Fugazmente pensó que no conseguiría salir jamás de allí. Seguramente era el destino que se había propuesto la criatura, y él iba a ser la merienda del día.

CONTINUARÁ…

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