Relatos escritos por Esther Sanz Agradecería vuestra opinión aunque sea negativa

lunes, 5 de julio de 2010

Dimensiones alteradas (4ª PARTE)

Rodrigo, inmediatamente activó el mecanismo, del que surgieron varias luces de colores vivos y llamativamente intensos. Ante ellos apareció la abertura que les alejaría de aquella pesadilla, o eso esperaba que ocurriese.
-Corre, salta-gritó Rodrigo mientras apremiaba a Ricardo. Si no se daban prisa, las criaturas peludas conseguirían atraparlos y, precisamente, no era algo que encajase con sus planes. Si les atrapaban, ya no tendrían más posibilidades de escapar, y tendrían que quedarse allí de por vida. Pensar en esa posibilidad hizo que sus fuerzas se renovasen. Agarró a Ricardo de la pechera, y le empujó hacia el interior de la abertura e inmediatamente saltó tras él. Nada más cruzar, desactivó el mecanismo y miró hacia atrás para cerciorarse de que solo habían podido cruzar ellos, auque cabía la posibilidad de que les siguiesen utilizando otros mecanismos.
-Por los pelos-exhausto, Rodrigo se apoyó en lo que parecía un poste eléctrico-. ¿Pero que te pasa? Casi nos atrapan por tu culpa, es como si estuvieses a falta de voluntad. El nervio te lo debiste dejar en casa. ¿Seguro que querías salir de allí? Porque si no era así, habérmelo dicho y lo solucionábamos en cuestión de segundos. Me hubiese ahorrado mucho tiempo.
-No soy yo, es lo que me está ocurriendo. Creo que ha llegado el momento de contarte algo que te afecta directamente.-antes de seguir, Ricardo contempló lo que se erigía a su alrededor.
Montañas verdes e imponentes abarcaban todo el horizonte, de su interior emergía un río acaudalado que invitaba a un baño prolongado. Pájaros multicolores posaban sobre las ramas de unos árboles frondosos e inmensos. Rodrigo se acercó a uno de los árboles más cercanos y comprobó que eran frutales. No tuvo que hacer mucho esfuerzo para conseguir una de las piezas. Una de las ramas se aproximó a él. Pareciera que quisiera ofrecérsela por propia voluntad. Esto a Rodrigo le dio que pensar y volvió al lugar donde se encontraba Ricardo con paso ligero. No quería correr el riesgo de ser envenenado. Al acercarse al poste electrificado, se dio cuenta, de que no cuadraba en aquel ambiente, por el simple hecho de que en su campo de visión no se observaba ninguna clase de vivienda. La zona parecía deshabitada.
-Sigue, cuéntame eso tan importante que parece que también me afecte directamente-Rodrigo, mientras instaba a Ricardo a seguir con la conversación, se acuclilló para rozar con su mano derecha, un tobillo que en ese preciso momento no presentaba indicios de mejora. Con el ajetreo de buscar la manera de escapar a un lugar seguro, no se percató de que presentaba un aspecto fuera de lo habitual. Inflamado y de un color verdoso, no tenía pinta de una pronta recuperación. Ante su propia debilidad palpable, divisó a lo largo de la pantorrilla, algunos cabellos plateados que le recordaban a algo que precisamente no quería recordar. Desechó la idea inmediatamente, era una locura siquiera pensarlo. ¿Dónde se encontraban aquellas playas cristalinas a las que iba acudir con su padre? ¿La tranquilidad absoluta con la que había estado soñando durante meses? Seguramente su madre ni se había percatado aún de su desaparición. No era una persona que se preocupase mucho por lo que ocurriese en su entorno. Y precisamente a él nunca le había dado muestras de cariño. Estaría, sin duda, mejor sin él. Interiormente, Rodrigo pensó que ojalá no fuese así. En el fondo la echaba de menos, a pesar de su patente indiferencia hacia él.
-Verás-continuó Ricardo con abatimiento-. Imagino que te habrás dado cuenta que nuestras heridas no presentan un aspecto normal.
-Si-dijo Rodrigo volviendo a dirigir la mirada a su tobillo, que en ese entonces, se veía de un color azul verdoso.
CONTINUARÁ…

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